Lo reconozco, soy una verdadera nostálgica de las imágenes. Y no es sólo deformación profesional. Es que las fotografías tienen una capacidad evocadora que nada puede igualar. El tiempo pasa, las personas cambiamos, la memoria es selectiva... y sin embargo, las fotografías perduran para siempre.

Y en este sentido creo que como fotógrafa de familias tengo un deber privilegiado. Retratar vuestra historia desde una visión particular, reconocer y capturar todos los detalles que me ayudarán a crear para vosotros un testimonio único y de calidad. Viajaréis en el tiempo cada vez que miréis vuestras fotografías.